Catherine McLoughlin (2007) identifica
las potencialidades de las aplicaciones de la web 2.0 en cuatro grupos:
a) Conectividad e Intercambio
Social: Aplicaciones que facilitan la conexión entre personas, personas y
recursos, personas y sistemas, recursos y sistemas y la formación de redes
generando espacios de afinidad.
b) Compartir y descubrir de manera
colaborativa información: Aplicaciones que permiten compartir información entre
expertos y novatos, construir colecciones de recursos, clasificarlos y
organizarlos a través de etiquetas. Compartir con otros intereses similares,
recursos valiosos que permiten el crecimiento.
c) Creación de contenido: El
papel de los usuarios como productores de las aplicaciones y de los contenidos
se ha propagado y protagonizado. Ahora se transforman en prosumidores (consumidores
y productores de contenidos)
d) Agregación de información y
conocimiento / Modificación de contenido: Aplicaciones que permiten recoger
y recuperar material desde diferentes fuentes a través de RSS (Really Simple
Syndication). Aplicaciones que facilitan la edición y reformulación de
contenido generado por otros usuarios.
Hacia una Cultura Participativa
Ahora bien, a partir de todas estas
características… ¿será posible pensar que los aportes de la Web 2.0 trascienden
las instituciones educativas y generan “efectos formativos” a largo plazo?
¿Será posible pensar que a través de la participación en contextos educacionales
integrados con herramientas de la Web 2.0 podamos fomentar el desarrollo de
nuevos valores ciudadanos y sociales? Nos atrevemos a pensar que sí de la mano
de la noción de “Cultura participativa” (Jenkins,
2006)
Según el autor, una Cultura
Participativa es una cultura:
a) Con bajas barreras para la
expresión y el compromiso cívico.
b) Con fuerte apoyo a las iniciativas
de creación y posibilidades para compartir con otros.
c) Con amplias posibilidades para
establecer conexiones informales con expertos donde los miembros sienten la
presencia de otros miembros. "Importan qué herramientas están disponibles
para una cultura, pero importa mucho más qué elige hacer esa cultura con las
herramientas" (Jenkins 2006)
Frente a la complejidad, velocidad y
la abundante información que circula en el mundo de hoy, es necesario preparar a
los estudiantes para un aprendizaje a lo largo de toda la vida desarrollando
capacidades meta-cognitivas relacionadas con la autonomía, responsabilidad,
intencionalidad, la reflexión, la participación en comunidades de práctica y la
colaboración en actividades de aprendizaje intrínsecamente motivadoras. Es por
ello que consideramos que es necesario pensar en propuestas que apoyen la
interacción conversacional, la retroalimentación entre pares y la construcción
de conexiones en red.